dimarts, 29 de juliol del 2014

La obediencia, los abrazos, la normalidad y el fracaso: Cuatro observaciones sobre la situación.

El desprecio por la obediencia: Me enorgullezco de que cuando las sirenas empiezan a sonar, me abstengo ostentosamente de ir a un espacio protegido. No es porque sea valiente. Tengo mis temores. Pero la racionalidad no es necesariamente una palabra equivocada. La probabilidad de resultar herido por los "tubos voladores" en Gush Dan es inmensamente inferior a la probabilidad de ser herido por las aceras de Tel Aviv durante los momentos de calma, por no hablar del riesgo de contraer un virus mortal al entrar en un hospital. La probabilidad es tan baja que el hecho de que los israelíes estén respondiendo en masa a las directivas del Comando de Defensa Civil no refleja un medio razonable de protección; más bien, es una expresión de la participación en un carnaval nacional. En mi opinión, toda conformidad ciega con las órdenes de arriba, de cualquier autoridad, es despreciable. Aunque este comportamiento evite un pequeño número de lesiones, me estremezco al ver la alegría con que las masas israelíes se someten a las órdenes que fabrican una dudosa "unión." 


Todo el mundo abraza a todo el mundo: El frente de batalla abraza al frente interno, el frente interno abraza al frente de batalla. Los medios fabrican el drama cuando hay drama, y sobre todo, cuando no lo hay. En mi barrio, estaban recogiendo alimentos para los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel hasta la medianoche de ayer. Espero que la comida llegue hasta la tercera edad, incluyendo a los supervivientes del Holocausto, cuyas despensas no son muchas y a quienes por supuesto apoyaremos siempre. Un periodista que fue miembro de una organización terrorista judía, escribe: "El verano de 2014 se está convirtiendo en el verano de la sobriedad y de la unidad... Frente a tristes noticias y andanadas de misiles, una manifestación enorme y silenciosa ha reunido aquí, codo con codo, a millones de determinados judíos provenientes de todos los campos”. En realidad, la duración de esta unidad es casi tan fuerte como la solidaridad en los mostradores del aeropuerto en Atenas, donde los que abrazan se golpearon entre sí para conseguir un asiento en un vuelo de regreso a Israel. Se trata de una falsa unidad que en realidad no se está poniendo a prueba ahora. Esto no es la Guerra de la Independencia o la Guerra de Yom Kippur. Para la mayoría de los que se están abrazando (aunque no todos, por supuesto), esta guerra es tan estimulante como el peligro de una montaña rusa en un parque de atracciones. Estas son las condiciones de lujo en las que abrazarse y regocijarse. Nadie debe pensar que las próximas guerras de Israel (y es razonable esperar que se produzcan estas guerras ya que estamos atrapados en la garganta de un mundo hostil) se parecerán a esta "guerra." Los que no saben a qué se parece una guerra de verdad, deberían preguntarlo a sus padres y abuelos.

Normalidad: El israelí que abraza también se siente como una víctima. Una de las declaraciones que no puedo soportar es la de que nuestros niños merecen una vida más normal. Para aquellos que se lamentan de la falta de normalidad: tengan en cuenta que para la mayoría de los seres humanos, a lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, la proximidad de la muerte ha sido una experiencia rutinaria. La vida anormal es en realidad la de Noruega y Nueva Zelanda. Nuestros hijos tienen, en general, una vida bastante buena. La mayoría de ellos recordarán las sirenas como un evento cálido y emocionante. Por lo general, no ven las fotos de los niños en Gaza.

Fracaso: Algunos están hablando de nuestro fracaso por permitir a Hamas desarrollar poderosas capacidades ofensivas. Hamas e Israel tienen interés en aumentar la fuerza de Hamas. Netanyahu no se avergüenza de mencionar en el mismo aliento el lanzamiento de cohetes y los bombardeos sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que no es razonable permitir disparos continuos sobre Sderot y que las nubes de humo en el cielo de Tel Aviv también son inaceptables. Pero un poco de proporcionalidad en relación a la fuerza de Hamas no haría ningún daño. El pequeño David es el rey de la alta tecnología, el campeón del mundo en las industrias de defensa y tiene la patente de la genialidad judía. El filisteo Goliat utiliza túneles y catapultas, tecnologías que ya eran conocidas en los tiempos bíblicos. Y tal vez nuestro fracaso real es que durante muchos años, cada vez que hemos leído sobre el bloqueo a la población de Gaza, hemos dado la vuelta a la página siguiente. Hoy también sabemos que en nombre de la seguridad y el derecho a la tierra vamos a continuar ampliando los asentamientos y vamos a mantener a millones de palestinos bajo la ocupación y el asedio, y no interiorizamos el hecho de que
estamos trabajando ambos en alimentar las próximas generaciones para el odio y la venganza.

Ariel Rubinstein
(Traducido por Antoni-Italo de Moragas el 29/7/2014)